El
viento
Rubén Cuevas
El viento le arrebató las hojas de
la mano. Algunas cayeron en la vereda, otras en la calle
y corrió para recuperarlas.
―¡Qué suerte, la mía! Le faltaba una hoja.
―El viento te jugó una mala
pasada.
―¡Hola!
―¡Hola!
―No sabía que habías regresado.
―Legue ayer.
―¿Cómo te fue?
―No tan bien.
―¿Te casaste?
―¡Qué preguntas hacesSoy como el viento.
―¡Zafaste de tus padres!
―Si… ―Agacho la cabeza.― Lo hice.
―No lo creo. Pensé que te había
perdido, para siempre…
―No sé cómo decirte: vine a
despedirme.
―¿Qué? No puedes regresar para luego
irte.
―Lo siento, lo siento de verdad.
―¡Te puedes ir con el viento! Tiro
las hojas. Volteo y se alejó con pasos que quieren aparentar seguridad.
Miro las hojas arrojadas. Quiso darle
alcance para regresarle la hoja que le faltaba.
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